martes, 19 de octubre de 2010

LA CUCHARA DE MI ABUELA

Mentiría si dijese que mi abuela me enseñó a guisar, nada más lejos de su intención. Si me hubiera visto con un mandil puesto, me habría amenazado con terribles mutilaciones.
Eso sí, aprendí mucho de ella.
Tenía en su casa una de esas cocinas antiguas que llamaban “económicas” y que funcionaban con carbón. Tenían unos hornillos cubiertos por una serie de placas concéntricas que se solapaban unas sobre otras dejando aparecer por debajo más o menos viveza en el fuego.
En la alacena de aquella casa había siempre un puchero con tomatada que servía para acompañar cualquier guiso.
Recuerdo a mi abuela haciendo aquella salsa en una de esas sartenes de hierro profundas, con dos asas de la que se desprendía un olor que se marcó en mi memoria con tal fuerza que nunca se me podrá olvidar.
Ella machacaba el guiso constantemente, probaba su correcta sazón y le daba vueltas con esta cuchara que, a fuerza de uso perdió la punta y quedó desgastada de esta forma tan particular.

7 comentarios:

Ido dijo...

La cocina que describes es parecida a la que mi abuela aún tiene, aunque la suya funciona con leña.
También cocina siempre con la misma cuchara de madera, que del desgaste se ha convertido en un puro palo... aunque desgastar una cuchara metálica es ya otra historia!
Me gustan estas pequeñas cosas que traen tantos recuerdos.
Un besote

Hugo Coopel dijo...

Pero que bueno, podría decir que la comida de mi abuela es la mejor, pero para tí sería la de la tuya y para el otro la de la suya.

Pero sin duda, todo lo relacionado con la cocina de una abuela, es sin duda un gran fetiche.

Divertida forma tiene la cuchara :)

Un saludo!

margot dijo...

Hola, me alegro de estar en tu face, y en tu blog.
Me acuerdo de pequeña que en casa de mis padres había una cocina económica, que buena sale la comida con leña o carbón.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

psyclasse

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RosaMaría dijo...

Una cocina como la de mi abuela! Y esos olores sí, son inolvidables. Toda una curiosidad la cuchara mocha. Un abrazo.

Arturo dijo...

Dices bien:
En casa de mis abuelos los cubiertos: tenedores, cucharas y cuchillos mostraban el desgaste por el uso a través del paso del tiempo. También ponían en evidencia, de modo incontrastable, por su parte faltante, la cantidad de metal ingerido...
A nadie le hizo mal.
Mi madre aun guarda mis cubiertos de bebé, del año 1953.
Saludos.

Los Postres De Rosy dijo...

Es curioso Valentín, pero de las andanzas culinarias de mi abuelita, lo único que recuerdo es cómo en pleno fragor de una discusión con mi abuelito, ella, que se las traía como buena señora manchega, le estampó un cazo de esos de hierro forjado en la cabeza a mi yayo, y le dejó una bonita "marca de la casa" impresa en lo alto de su despejada coronilla. Marca que le acompañó hasta el final de sus días. ¡Pues menuda era ella!, y no, a mí tampoco me enseñó con ternura y amor sus trucos de cocina, porque, dicho sea de paso, creo que era la única abuela manchega que cocinaba fatal, jajajaja.