No sé su antigüedad, sólo sé que estaba ya en casa de mis abuelos a principios de los años 30 del siglo pasado.
Recuerdo a mi abuela dándole cuerda todas las noches con la llavecita que lleva sujeta a la puerta trasera, desde la que se ve toda la maquinaria.
Mi padre lo odiaba, lo llamaba despectivamente "el caldero" por el ruido que hacen sus tripas de metal cuando está en funcionamiento porque le impedían conciliar el sueño. Cuando me casé, me lo regaló encantado de no volver a verlo.
Funcionaría perfectamente si volviera, como mi abuela, a darle cuerda todas las noches.
4 comentarios:
Cuando me paseo por aquí me doy de golpes (en sentido figurado) por todo aquello que ya no tengo, por aquellas limpiezas a las que me entrego como poseída por el espiritu del minimalismo.
Me encanta pensar que hay quien ha guardado, porque quizás sea el único modo de saber de dónde venimos.
Un beso
Pilar:
Pues si te pasas por mi casa.....
Hermoso. Mis padres tenían uno pequeño de onix que desapareció con ellos. Me hubiera gustado tenerlo. Confidencias... disculpa.
donde lo tienes? si en algún momento decides desacerte de el, espero me consideres, para poder comprártelo, me gustan ese tipo de relojes antiguos, necesito uno como el tuyo, ya que tengo otro igual pero le falta unas piezas, gracias
eduardolopez1013@hotmail.com
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