martes, 19 de octubre de 2010

LA CUCHARA DE MI ABUELA

Mentiría si dijese que mi abuela me enseñó a guisar, nada más lejos de su intención. Si me hubiera visto con un mandil puesto, me habría amenazado con terribles mutilaciones.
Eso sí, aprendí mucho de ella.
Tenía en su casa una de esas cocinas antiguas que llamaban “económicas” y que funcionaban con carbón. Tenían unos hornillos cubiertos por una serie de placas concéntricas que se solapaban unas sobre otras dejando aparecer por debajo más o menos viveza en el fuego.
En la alacena de aquella casa había siempre un puchero con tomatada que servía para acompañar cualquier guiso.
Recuerdo a mi abuela haciendo aquella salsa en una de esas sartenes de hierro profundas, con dos asas de la que se desprendía un olor que se marcó en mi memoria con tal fuerza que nunca se me podrá olvidar.
Ella machacaba el guiso constantemente, probaba su correcta sazón y le daba vueltas con esta cuchara que, a fuerza de uso perdió la punta y quedó desgastada de esta forma tan particular.

viernes, 8 de octubre de 2010

CAJITA DE SELLOS.

En el anticuario de Lincoln donde la compré no sabían qué era. En realidad había entrado buscando otra cosa. La ví, la cogí, la abrí y pregunté el precio: ¡¡¡Dos libras!!!. No, no se había equivocado, la etiqueta autoadhesiva marcaba esa cantidad (₤ 2).
Evidentemente, la compré.
Por señas, (yo no hablo ni una palabra de inglés) la señora del anticuario me dijo que se trataba de un joyero. O eso entendí yo, ya que se señalaba el dedo anular y el lóbulo de la oreja y metía en la cajita unos imaginarios anillos y pendientes.
Puse cara de excéptico, negué con la cabeza y me llevé los dedos índice y corazón a la punta de la lengua, luego a la superficie del mostrador y dí un pequeño puñetazo encima.
- ¡Ah, stamp!
- ¡Yes!

Entoces fue cuando ella movió la cabeza, esta vez en sentido afirmativo, y repetía: ¡Stamp, yes!
Es una cajita de bronce o al menos metal dorado. Tiene un peso considerable.
No creo que sea muy antigua; pero me sirve para guardar los sellos. Y si me guardáis el secreto: También hace, a veces, las funciones de joyero.